¡Revelador! Mitos ruales y fantasmagóricos
HISTORIAS. Desde las inquietantes luces solitarias hasta enigmáticas apariciones como el “hombre perro”.
Subyace en la memoria de ciudades y pueblos bonaerenses un inabarcable universo de mitos que precipita en ciclos consustanciados con ciertos interrogantes de la humanidad como son la soledad, el terror, la muerte.
Porque ese volátil cariz itinerante que vulnera el tejido socio-cultural de cada sitio, siempre transgrede rasgos de sus tiempos históricos y cada relato adquiere una colorida y a la vez perturbadora esencia sobrenatural.
Estas fantásticas crónicas poseen una escalofriante fragancia que se replica en anocheceres brumosos, como sucede en cierto tramo de la Ruta 2, en cercanías del pueblo de Castelli, que según el testimonio de algunos viajantes nocturnos, cada tanto pueden verrse etéreas figuras que parecen flotar cerca de la banquina y que obliga a los más osados conductores a detener su marcha y a otros a evitarla, presas del pánico.
Otro fenómeno de inusual sustancia acontece a raíz de la aterradora presencia de una solitaria “luz fantasma” en un segmento de la Ruta 3, entre Las Flores y Azul, que es recordada por un camionero (quien omite revelar su identidad) pero que también señala que son muchos quienes, al detenerse por la noche en algún parador, relatan estas experiencias vinculadas a esa dinámica visión luminosa que los sigue a prudente distancia para luego tornarse invisible.
Y tal como sucede habitualmente ante un suceso enigmático, algunos prefieren hablar de alucinaciones producto del cansancio, en tanto otros mantienen un silencio pleno de interrogantes. Un par de relatos espectrales envuelven al encantador pueblo de San Andrés de Giles.
Según una investigación del diario local “Infociudad”, uno ocurrió en 1921, cuando “el espíritu de un irlandés que murió ahogado en una zanja, atormentaba a los habitantes de una estancia”. Consigna el diario que, ante el alarmante suceso también acudieron a la cobertura periodistas porteños, e incluso fue abordado por el sacerdote espiritista español Joaquín Trincado Mateo (1866-1935) que lo incluyó en su lbro “El Espiritismo estudiado”.
En esa misma zona, otra crónica extraordinaria cita a una “aparecida” que tiene a maltraer a quienes transitan caminos desde Giles hasta el sosegado pueblo de Azcuénaga. Todo comenzó hace años, de madrugada, cuando un vecino del pueblito viajaba en un remís y junto con el conductor se ofrecieron a llevar a una mujer con un bebé en andas, que estaba parada en la esquina del Parque Municipal.
El chofer detuvo el auto, bajó y le abrió la puerta trasera a la dama, que subió sin hablar. Al pasar por el frente del establecimiento llamado “La Verónica”, rodeado por un espeso monte, ella indicó que allí debía bajar.
Así, el vehículo paró a la vera del camino, el conductor le abrió la puerta y la mujer descendió, perdiéndose entre los pastizales.
Lo llamativo es que ninguno de los pocos vecinos de esa zona casi deshabitada conoce a una mujer con esas características, y menos aún, con un bebé a cuestas. Lo más aterrador es que dicha aparición se replicó con otros viajeros. Y se “subsanó” cuando un sacerdote bendijo ese oscuro tramo del camino, en donde la “mujer fantasma” se perdía una y otra vez en la oscuridad.
DATOS INEXPLICABLES
RECONOCIDOS MISTERIOS DE CHASCOMÚS
En una entrevista realizada en el programa radial “El Altillo Volumen 3”, la profesora Elvira Manzur relató los pormenores de algunos de los tantos mitos rurales que acontecen en derredor de la bella ciudad bonaerense de Chascomús, a 120 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Uno de ellos refiere a la histórica casona (foto) de la familia de don Vicente Casco, un soldado que luchó en la “Batalla de Chascomús”.
El fenómeno sucedió hace algunos años, mientras se dictaba un taller literario cuando durante una noche se reflejó en una pared la nítida figura de un hombre moreno, acaso un esclavo, que fue vista “en directo” por los asistentes. También en el interior de la misma casa y cuando todos se retiraban, se podían escuchar puertas y ventanas que se cerraban de golpe, o muebles que se arrastraban.
La profesora Manzur también recordó un aterrador hecho sucedido hace mucho en la zona aledaña al segundo cementerio que tuvo esa citada ciudad, donde se reportaba la insólita presencia de un ser al que bautizaron como el “Hombreperro”, ya que era una figura humana vestida de negro, una cabeza muy parecida a ese animal y que aullaba por las noches en medio de las calles bucólicas, provocando el horror y la huída de quienes lo cruzaban.