Otro homicidio vinculado al «mundo narco» conmociona localidad de Corrientes
Un hombre fue asesinado a puñaladas, en lo que se presume se trató de un encargo que salió mal en la madrugada del domingo, en el barrio Cementerio de la ciudad fronteriza de Santo Tomé. La rápida acción policial logró que por el homicidio haya tres acusados, uno de ellos menor de edad. También incautaron el arma utilizada en el crimen. Pero la Justicia continúa la investigación que tiene en la mira a una mujer que regentearía un «kiosco narco» y que habría dado la orden de «asustar» a la víctima por supuestas deudas.
Todo habría sucedido alrededor de las 3:30, en inmediaciones de las calles Ángel Blanco y Escalada, donde según indicaron fuentes del caso se encontraban tres sujetos de apellidos Olivera, de 19 años, Chávez de 18 y un menor de 17 años, cuyos datos no trascendieron. Se hallaban frente a una casa, en la que testigos señalan se comercializa estupefacientes y es regenteado por una mujer de nombre Karina.
Al parecer, hubo una conversación entre la mujer y los tres sujetos en donde esta le habría encargado un favor. Debían darle un susto a Hernán Lencinas, de 30 años, porque supuestamente le debía dinero.
Minutos más tarde, los tres jóvenes ven pasar a Lencina, quien se dirigía con un vino hasta donde estaba su hermano, a pocos metros. Comienzan a increparlo y cuando el entredicho fue subiendo de tono, Olivera habría sacado un cuchillo de su cintura y largó un primer puntazo que hirió a Lencina en el brazo izquierdo. La víctima se vio sorprendida y se torció hacia un costado para tomar su brazo herido y recibió el segundo cuchillazo que atravesó tórax, corazón y pulmón, dañando todo a su paso.
La víctima comenzó a correr algunos metros, llamando a su hermano y gritando, según testigos: «Hermano, hermano, me hincaron el corazón, me muero». Incrédulo de lo que decía, el familiar de la víctima se acercó y notó la herida mortal. Ya no podía hacer nada por Hernán, quien cayó desvanecido.
Al lugar llegaron de inmediato efectivos de la comisaría Segunda y una ambulancia que trasladó con urgencia al herido. Pese a los esfuerzos médicos, Lencina llegó sin vida al nosocomio. A partir de allí, la Policía implementó un operativo de rastrillaje. Increíblemente, los sospechosos volvieron a la escena del crimen y al ver a la Policía uno de ellos, el menor, saltó el muro del cementerio y escapó. Los otros dos, Olivera y Chávez, subieron a una moto 110 cc, y huyeron. Durante más de 15 minutos los persiguió la Policía, incluso siendo amenazados con un arma de fuego por uno de los fugitivos.
Finalmente, en una maniobra terminaron derrapando y cayendo al asfalto. Chávez huyó a pie, mientras que Olivera se metió en la casa de un vecino y se atrincheró en el baño. Unos minutos más tarde se entregó y junto con él, la Policía obtuvo el puñal con el que se dio muerte a Lencina. Todavía tenía huellas de su sangre.
Tras su detención, Olivera no tardó mucho en «comenzar a hablar» y contar cómo surgió el plan que terminó con la muerte de Lencinas, quién habría hecho el encargo y quiénes fueron sus cómplices.
La detención de los otros dos sospechosos fue cuestión de horas, aunque uno de ellos fue liberado de inmediato, por tratarse de un menor de 17 años.
La Justicia, ahora se concentra en la posibilidad de imputar a la mujer que realizó el encargo del ataque, aunque por el momento es la palabra de los detenidos contra la de ella, quien habría manifestado que al momento de los incidentes estaba durmiendo, «luego de tomar una medicación fuerte», por sus problemas de salud.
La causa fue caratulada como «homicidio simple y atentado y resistencia a la autoridad», y los dos acusados fueron trasladados a dependencias de la Unidad Regional V, en la que quedaron detenidos a disposición de la Justicia. La investigación continúa abierta.
Fuente: Diario época