A 40 años de la visita del papa Juan Pablo II: 31 horas de esperanza en plena Guerra de Malvinas
Un discurso en Ezeiza bajo la lluvia, una conversación privada con Leopoldo Galtieri y una misa multitudinaria en la Basílica de Luján fueron algunos de los condimentos del viaje del pontífice.
Juan Pablo II fue, hasta el momento, el único Papa que visitó la Argentina. El primero de sus dos viajes al país lo hizo entre el 11 y el 12 de junio de 1982, en pleno desarrollo de la Guerra de Malvinas. El máximo pontífice polaco, que fue canonizado por Francisco en 2014, estuvo apenas 31 horas en Buenos Aires y aprovechó ese tiempo para pregonar la paz y orar por el fin del enfrentamiento bélico.
El pontificado de Karol Wojtila estuvo caracterizado por una extrema planificación. Justamente por esa razón es que su presencia en la Argentina se trató de un hecho inédito, dado que fue programado en apenas poco más de un mes. ¿Qué motivó al Papa a tomar un avión rumbo a Sudamérica? Dos años antes tenía planeado un viaje a Reino Unido y, tras el estallido de la guerra en el Atlántico Sur ese 2 de abril, visitar solo uno de los países involucrados en el conflicto podría haberse interpretado como una muestra de apoyo.
Por eso, lejos de cancelar su llegada a Inglaterra, que se concretó el 28 de mayo de 1982, agregó en su agenda a la Argentina. El anuncio oficial lo hizo el 26 de mayo, un día después de haber publicado una carta a “los fieles argentinos”, a quienes les pidió comprensión por su postura de mantener la visita a Gran Bretaña.
La carta de Juan Pablo II a “los fieles argentinos” y el anuncio de su viaje
Tres días antes de realizar el viaje a Gran Bretaña, el papa Juan Pablo II se encargó de publicar una carta dirigida a “los fieles argentinos”, a quienes les explicó los motivos por su visita a ese país europeo y les pidió comprensión.
“Si en las últimas semanas no se hubiesen verificado los trágicos acontecimientos que tienen su punto central en la región meridional del Océano Atlántico y que están relacionados con el conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, este viaje no requeriría explicación alguna, como no ha sido necesaria para cualquier otro viaje hecho para visitar las Iglesias que se hallan en los diversos países y continentes”, comenzó.
Y continuó: “La cancelación del viaje sería una desilusión no sólo para los católicos sino también para muchísimos no católicos que lo consideran, como es en realidad, singularmente importante también por su significado ecuménico. Saben todos ellos bien, en efecto, que la visita del Papa tiene un carácter estrictamente pastoral y en ningún modo político”.
Además, como muestra de su preocupación por “la causa de la paz y movido por el amor”, aseguró que deseaba dirigirse “directamente desde Inglaterra a Argentina”. Al día siguiente, el 26 de mayo, confirmó que visitaría el país dos semanas más tarde.
“Como prueba de mi cordial estima, estoy dispuesto a ir directamente a Argentina desde Inglaterra, para continuar, pidiendo por la paz ante la Virgen de Luján”, expresó durante la Audiencia General de ese día.
La visita del papa Juan Pablo II: 31 horas de esperanza en medio de la Guerra de Malvinas
El viernes 11 de junio de 1982, alrededor de las 9, Juan Pablo II aterrizó en el Aeropuerto de Ezeiza, donde fue recibido por el presidente de facto, el general Leopoldo Fortunato Galtieri, justamente quien había impulsado la Guerra de las Malvinas en un intento de fomentar el patriotismo de la sociedad y conseguir una victoria que evitara la inminente caída de la dictadura cívico militar que azotaba el país desde el 24 de marzo de 1976.
Ni bien bajó del avión, el Santo Padre pronunció un histórico discurso en medio de la lluvia: “Permitidme que desde este momento invoque la paz de Cristo sobre todas las víctimas, de ambos bandos, del conflicto bélico entre la Argentina y Gran Bretaña; que muestre mi afectuosa cercanía a todas las familias que lloran la pérdida de algún ser querido; que solicite de los gobiernos y de la comunidad internacional medidas aptas para evitar daños mayores, sanar las heridas de la guerra y facilitar el restablecimiento de los espacios de una paz justa y duradera”.
Desde allí, emprendió un viaje de aproximadamente 40 kilómetros hacia la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde lo esperaban sacerdotes, obispos y autoridades de las conferencias episcopales de Latinoamérica. Luego se trasladó a la Casa Rosada, donde mantuvo una reunión con los integrantes de la Junta Militar. Antes de retirarse, se asomó por el balcón para saludar a las miles de personas reunidas en la Plaza de Mayo.
Poco después de las 14, emprendió su viaje hacia la Basílica Nacional de Luján, donde realizó una misa. Fuera del edificio, se congregaba una multitud conformada por alrededor de 700.000 personas.
Al día siguiente, tras una conversación a solas con Galtieri, pronunció su discurso de despedida: “Este viaje y el realizado antes a Gran Bretaña me han permitido cumplir con mi deber de Pastor de la Iglesia universal, y a la vez interpelar las conciencias para que, en momentos de enfrentamientos bélicos, se restablezcan en las dos partes en conflicto sentimientos de pacificación, que van más allá del silencio de las armas”.
“Con un hasta pronto, me despido de todos, bendiciendo a cada argentino, sobre todo a los enfermos y a los que sufren o lloran por las víctimas de la guerra”, cerró. Apenas dos días más tarde, el Ejército Argentino anunció su rendición y, tras el cese al fuego, comenzó el retiro de las tropas en las Islas Malvinas.